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LAS POBLACIONES PRE-HEBREAS EN PALESTINA DEL BRONCE ANTIGUO A SAUL (página 2)




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5. La religión.

El surgimiento de un monoteísmo ético como
religión
característica de los hebreos de
época histórica sienta un precedente único
en la historia del
Oriente Próximo. Tal vez, el único ejemplo
válido anterior a la reforma mazdeísta que
Zoroastro instaura en la Persia del siglo VI a.C. sea la
herejía de Amenofis IV, pero esta forma de
monoteísmo solar, de adoración panteísta a
través del disco solar que baña a sus criaturas,
dista mucho de parecerse al monoteísmo hebreo, fundado en
la creencia de un dios único principio cosmogónico
innombrable que se revela a su pueblo y le manifiesta el destino
reservado a éste, con puntos de acercamiento/alejamiento
de su pueblo "elegido" oscilantes y coincidentes con el
acercamiento/alejamiento de esta fe única.
No faltaron opiniones referentes a una posible influencia
amarniana en los orígenes del monoteísmo hebreo,
máxime teniendo en cuenta la tradición
bíblica con el consabido "cautiverio en Egipto": no
existe documento histórico alguno que corrobore el paso
del conjunto total de las tribus hebreas en Egipto, ya sea
en mención de fuentes
aloctonas, como así tampoco existe evidencia de este hecho
en fuentes
arqueológicas, ni en vestigios humanos comprobables a
través de la antropología física. Este ha sido
siempre uno de los puntos más álgidos sobre los
cuales historiadores partidarios de una u otra opinión se
han expedido. Más allá de posicionamiento
alguno, referente a este punto, los pocos datos que tenemos
extra-bíblicos de la errancia de tribus nómades,
presumiblemente identificables con los hebreos, es la Estela de
Israel, que poco
dice al respecto.
Ni siquiera la pretendida antigüedad de la entrada del
pueblo de Israel en Egipto,
que siempre se quiso asociar con el fenómeno de las
invasiones hicsas durante el Segundo Período Intermedio
(1785-1570 a.C.) puede pensarse ni como una evidencia de esta
antigüedad ni cuanto menos de este origen. Las excavaciones
de Avaris (actualmente, Tell el-Daba) llevadas a cabo por los
austríacos en el último decenio han dejado
claramente sentado que tanto por la evidencia arqueológica
(cerámica importada de fenicia), cuanto por
las pruebas de la
antropología física
(cráneos semíticos, asociados a un contexto
fenicio, con un ajuar de cotas de cuero en forma de lengua,
típicamente fenicio) son la prueba contundente, al
momento, de que el conjunto de pueblos identificados como hicsos
serían un grupo
semítico dirigidos por una aristocracia de origen fenicio.
Esto echaría por tierra la
visión tradicional apoyada por los relatos
bíblicos.

La religión en los orígenes.
En cuanto a los orígenes de este monoteísmo, sin
entrar en las características del mito (las
sucesivas alianzas de Yavhé-Jehová-El-Eloín,
con su pueblo, y las prescripciones éticas enumeradas en
cada una de los códigos que Dios le entrega a su pueblo)
es fácilmente deducible a través de la liturgia
hebrea los puntos de contacto con la religión cananea. La
sola nominación de El para designar a este dios
único nos manifiesta claramente una tradición que
pertenece al sustrato semita desde los orígenes
protohistóricos. El ha sido siempre el principio activo
masculino de las distintas cosmogonías semíticas,
cambiando a veces su designación por las de Dumusi
(súmero), Enlil (acadio)/Marduk (babilónico), Baal
(amorreo), Masera (cananeo/arameo), que conservan siempre los
mismos atributos cósmicos: principio masculino, dios de la
guerra,
dominador de los fenómenos cósmicos, dios
fálico, y cuyo culto, con leves modificaciones, se
mantiene a lo largo de las distintas culturas y períodos
históricos: cultos en lugares altos, donde se les rinde
sacrificio (el templete de la zigurat, por ejemplo; la pira de
sacrificio a Baal en montañas o sobre las murallas de la
ciudad). Como así también la institución de
la prostitución sagrada, en las fiestas de
Año Nuevo en Babilonia y su correlato en Canaán:
Baal/Anat, Asur/Ishtar, Baal/Astarté, Asheba/Masera, que
representan esta pareja divina cuyo culto es llevado a cabo por
la sacerdotisa y el sumo sacerdote, que muchas veces coincide con
el jefe de estado.
La aparición de estas formas de culto en la
religión hebrea es frecuente, como así
también, la reacción que muchas veces Patriarcas,
Jueces y Profetas interponen como resistencia hacia
esta aculturación, por cuanto, ella significa no solamente
un deterioro de la fe monoteísta, sino por el peligro que
entraña la pérdida de poder
político y económico, si se cede progresivamente en
favor de la fe de los cananeos.

La baalización/desbaalización de la
religión hebrea.
Ya en los tempranos relatos del libro del
Génesis, particularmente en Gen. XII-XIII, encontramos
alusiones que indican claramente un origen cananeo: "Y
apareció Jehová a Abraham y le dijo: A tu
descendencia daré esta tierra. Y
edificó allí un altar a Jehová, quien le
había aparecido. Luego se pasó de allí a un
monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda teniendo a
Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó
allí altar a Jehová e invocó el nombre de
Jehová…". Vemos como desde la temprana época de
los Patriarcas, Abraham instaura un altar de culto en un lugar
alto, en un monte cercano a Bet-el; lugar alto por excelencia del
culto cananeo. Asimismo, la onomástica nos señala
la presencia cananea en el nombre de la ciudad, Bet-el (casa del
dios El). Esto quizás es comprensible en tiempos
anteriores a la conquista de Palestina, pero observaremos
más adelante que el sustrato cananeo permanece, que su
población no es pasada por el herem y que
tanto la toponimia de la zona como la onomástica hebrea
conservan los nombres precedentes, incluso el del aborrecido El
cananeo enemigo de Jehová.
En el Libro de
Deuteronomio, capitulo XII, encontramos los llamados
artículos de reforma. Si bien el redactor deuteronomista
es muy posterior —el Deuteronomio fue puesto por escrito en
la época del cautiverio babilónico y el exilio,
siglo VII a.C.— nos muestra a
través de esta nueva normativa el interés
por conservar la tradición y luchar contra el relajo de
las costumbres asociadas a este proceso de
baalización que se manifestaba preferentemente en el culto
de Asheba y Masera y en la elección de los lugares altos:
"Destruiréis eternamente todos los lugares donde las
naciones que vosotros heredareis sirvieron a sus dioses, sobre
los montes altos, y sobre los collados, debajo de todo
árbol frondoso. Derribareis sus altares y quebrareis sus
estatuas, y sus imágenes
de Aseara consumiréis con fuego; y destruiréis las
esculturas de sus dioses, y raeréis su nombre de aquel
lugar…". Observamos en estos versículos que hay un
imperativo absoluto de Jehová para destruir los lugares de
culto de las naciones conquistadas —sabemos por otra fuente
que esto no fue así, por lo menos no en un sentido
general—; asimismo, la intención de abandonar los
sitios altos, como lugar de culto, sobre todo debajo de los
árboles
—materialización por excelencia del fálico
Masera, quien a veces se representa con un árbol y
más frecuentemente como una columna o pira de madera, esto
se refuerza unos versículos más adelante:
"Quebrareis sus estatuas" (quebrareis los troncos, o sea a
Masera) "…y sus imágenes
de Asera consumiréis con fuego…"—, en esta condena
por parte del narrador vemos algunas características
típicas de la liturgia cananea.
Con respecto a las prescripciones rituales de la religión
hebrea, más allá de los elementos particulares
relativos a los códigos éticos, el culto no es muy
disímil del resto de los cultos del Cercano Oriente, se
caracteriza por ofrendas de
alimentos
(liturgia de antigua tradición en las culturas orientales,
baste como ejemplo, la ofrenda diaria de alimentos de la
religión egipcia, aunque en este caso no se hacía
para alimentar al Ka). Asimismo, la ofrenda de las primicias de
la tierra,
elemento común de la mayoría de los cultos a la
fertilidad en el Próximo Oriente y en el
Mediterráneo; "..y allí llevaréis vuestros
holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, y la ofrenda
elevada de vuestras manos, vuestros votos, vuestras ofrendas
voluntarias, y las primicias de vuestras vacas y vuestras ovejas;
y comeréis allí delante de Jehová vuestro
Dios, y os alegraréis, vosotros y vuestras familias, en
toda obra de vuestras manos en la cual Jehová tu Dios te
hubiere bendecido".
La reacción del narrador deuteronomista contra el
relajamiento de las costumbres al entrar en contacto con el mundo
cananeo se puede ver en el Versículo 8 del mismo Libro del
Deuteronomio: "…no haréis como todo lo que hacemos
nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece…".
Este versículo alude al desorden propio de la vida
nómadica, ya que al entrar en la "Tierra Prometida",
debían respetar estrictamente la Ley, pero alude
también a la no observación de la Ley por la
posible influencia cananea. Es claramente ilustrativo el pasaje
contra la idolatría que representa la baalización
el Versículo 29 al 32 del Capítulo XII del
Deuteronomio: "…cuando Jehová tú Dios haya
destruido delante de ti las naciones a donde tú vas para
poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guardate de que
no tropieces llendote en pos de ellas, después que sean
destruidas delante de tí…", clara imprecación en
contra de las costumbres cananeas y aún de sus posesiones
materiales, y
más adelante "…no preguntes acerca de sus dioses,
diciendo: de la manera en que servían aquellas naciones a
sus dioses, yo también les serviré. No harás
así a Jehová tú Dios; porque toda cosa
abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus
dioses; pues aún a sus hijos y a sus hijas quemaban en el
fuego a sus dioses".
Esta misma intención del narrador deuteronomista se
observa con la elección de Jerusalén como lugar
único de culto, aludido en los Versículos 4 a 6 del
Capítulo XII del Deuteronomio: "…no haréis
así a Jehová vuestro Dios, sino que el lugar que
Jehová vuestro Dios escogiere de entre todas vuestras
tribus, para poner allí su nombre, para su
habitación, ese buscaréis y allá
iréis…".
A tal punto las tradiciones culturales cananeas permanecieron
conviviendo y fusionándose con la tradición
patriarcal que las mismas tribus por momentos hacían
convivir en forma sincrética el culto a Jehová con
una forma de religiosidad más popular de origen cananeo
como la tradición de Asheba. Esto se observa en la
Capítulo XVI del Libro de Deuteronomio en los
Versículos 21 y 22: "…no plantarás ningún
árbol para Asera cerca del altar del Jehová
tú Dios, que tú te habrás hecho ni te
levantarás estatua, lo cual aborrece Jehová
tú Dios".
La preocupación del autor deuteronomista que relata hechos
muy anteriores a su contemporaneidad (casi quinientos
años), si bien combate la idolatría de la
baalización de influencia cananea, específicamente,
está aludiendo a una idolatría mucho más
preocupante y cercana en el tiempo: la
aculturación producida por largo período del exilio
babilónico durante el cautiverio. Aquí se ve una
doble intencionalidad historiográfica por parte del
autor.

6. Establecimiento de
los hebreos en Palestina y surgimiento de la monarquía. Nuevos aportes
críticos.

La monarquía surge en Israel a fines del siglo
XII a.C.
Saúl unifica la región montañosa, y David
conquista y crea un estado
poderoso.
Por primera vez se establece en la región una entidad
política
local independiente —un estado étnico nacional con
una identidad
ideológica y religiosa distintiva.
Finkelstein propone un criterio arqueológico para delinear
el proceso de
asentamiento y consolidación: el estudio de los patrones
de asentamiento en la región montañosa de Israel
—área donde tuvo lugar el proceso que llevó
al surgimiento de la monarquía—. Modelos de
asentamiento de la Edad del Hierro.

La teoría
de la presión
filistea.
Un elemento externo: la amenaza filistea, produjo el surgimiento
de la monarquía.
La idea de monarquía era extraña a la sociedad
israelita, la cual funcionaba, en el período de los Jueves
con una estructura
tribal, con un liderazgo
carismático y pocas instituciones
centrales. La monarquía es el paso forzado por causas
externas.
Durante la mayor parte del período, las amenazas externas
fueron breves y limitadas geográficamente, por lo que se
pudieron manejar localmente. La amenaza filistea fue diferente,
ya que desafió a toda la sociedad
israelita durante un período prolongado de tiempo. Fue una
amenaza política, religiosa y económica. Su
ventaja radicaba en una avanzada organización militar; con superioridad
tecnológica en metalurgia.
La presión
filistea fue mayor durante el siglo XI: Israel fue vencida en
Eben-ezer; se destruyó su centro de culto y administración de Siloh, y se deterioro el
liderazgo
tribal. Esto derivó en el establecimiento de fortalezas
filisteas en el corazón de
la región montañosa; y que los estados de
Amón y Amalec, sacaran ventaja de la situación.
Saúl surgirá como jefe militar, actuando a la vez
como juez y rey. Un jefe carismático con poder
permanente.
La monarquía surge en el territorio de Benjamín, ya
que era el foco de la amenaza filistea.
Han surgido cinco puntos acerca de las razones que causaron el
choque entre Israel y los filisteos:

  • La expansión filistea fue expresión de
    su ambición de dominación política del
    país entero (Hermann).
  • La agresión filistea apuntó a impedir
    la expansión israelita a la planicie costera (Mayes,
    Abaroni, Bright).
  • Los filisteos reaccionaron frente a los ataques
    israelitas sobre las principales rutas comerciales (Albright,
    Gottwald).
  • La expansión filistea hacia el este
    partió de un crecimiento poblacional
    (Malamet).
  • El objetivo
    filisteo era la explotación económica de la
    región montañosa (Gottwald).

A esta última opinión se agrega la de
Frick, quien ve el conflicto como
resultante de una combinación del intento filisteo de
controlar los productos
agrícolas de la región montañosa y de la
necesidad israelita de tierras causadas por el incremento
poblacional.
Las nuevas tendencias cuentan con el avance de teorías
sociológicas adaptadas a los estudios bíblicos:
punto de vista sociopolítico, acentuando los factores
sociales y económicos internos (Frick, 1985).

El análisis sociopolítico.
Hay dos temas a tratar para poder analizar el desarrollo
sociopolítico del surgimiento de los estados:
1. Diferencias entre estado primario y estado secundario.
Los estados primarios surgen de un vacío de poder, es
decir, sin entidades políticas
contemporáneas o desarrolladas previamente en su vecindad:
Egipto antiguo, Mesopotamia,
costa peruana, valle del Indo.
Los estados secundarios emergen del colapso de otros estados a
causa de la influencia de estados vecinos: monarquía
israelita (esto está reflejado en el pedido de los
ancianos de un rey a que los juzgue: "…he aquí tu has
envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto,
constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen
todas las naciones." Sam. VIII, 5.
Si bien las influencias externas influyen en la creación
de un estado secundario, sin duda la influencia interna es muy
importante.
2. Definición del status sociopolítico de Israel en
los diferentes estadios que conducen al establecimiento de la
monarquía.
Según Service hay cuatro fases para llegar a la constitución del Estado: bandas, tribus,
sociedades de
jefatura y estado. Para el estudio del surgimiento de la
monarquía en Israel, las etapas importantes son la
jefatura y el estado.
La jefatura se caracteriza por tener cargos en manos de
familiares del jefe, con un gobierno central
no demasiado fuerte y una sociedad que tiende a la
fragmentación; mientras, en el estado, los
cargos públicos son manejados por especialistas, no
necesariamente familiares del líder.
Su economía
es especializada y la sociedad está estratificada.
Finkelstein toma como fuente a la Biblia, ya que la
arqueología no permite distinciones sociopolíticas
en el corto espacio de tiempo del estadio formativo de la
monarquía.
El reino de Saúl se caracterizará por una administración poco desarrollada, no
había una capital
central. Saúl gobernó sobre un territorio
étnicamente homogéneo. Es una jefatura o estadio
temprano de un estado primitivo.
En contraposición, el reino de David se constituye a
partir de una expansión territorial, es un estado
multiétnico heterogéneo, su administración
está plenamente desarrollada. Posee una capital, el
Estado está plenamente desarrollado.

Modelos y teorías
para el surgimiento de la monarquía y el estado en el
Israel antiguo.
Modelo de
urbanización de V. Gordon Childe.- Se llega a la
urbanización por el excedente agrícola; lo que
permite que parte de la población se dedique a la
artesanía.
El excedente agrícola crea un excedente o riqueza (sobre
todo en templos), alrededor de los cuales se levantan
asentamientos. Producción especializada de bienes para el
comercio;
desarrollo
gradual de sociedades
estratificadas.
El comercio
requiere una administración, lo que acarrea la
invención de la escritura.
Modelo
bélico o de circunscripción de Carneiro.
Para este modelo la guerra era un
factor esencial, no suficiente, para el surgimiento del
Estado.
El crecimiento de la población se daba por la necesidad de
tierras para la agricultura,
lo que provocaba la lucha entre comunidades locales, la
creación de jefaturas en territorios vencidos, lo que
lleva al surgimiento del estado, que en algunos casos puede
llevar al surgimiento de un imperio.
Se dan cambios internos en la sociedad, administración de
territorios conquistados, y cesiones de tierras; lo cual crea:
estratificación social, tributos,
concentración urbana.
Esta teoría
fue ampliada con los siguientes puntos:
1.Cuando una superficie extensa es ocupada por distintos grupos con
diferencias demográficas asentados en subregiones de
distinta productividad.
2. Cuando el potencial agrícola es suficiente para
producir excedentes
3. El aumento de la población provoca un flujo migratorio
hacia la periferia.
Los jefes intentaban adquirir recursos
adicionales por medio de la conquista, la creación de un
liderazgo militar estable, estimulando la estratificación
social. Como consecuencia se llegaba a una intensificación
de la producción agrícola y a la
especialización económica.

Teorías del rol del comercio interregional o
intraregional en el surgimiento del Estado (Johnson).
Para la teoría del comercio interregional, ciertos
productos no
están disponibles en una región determinada, lo que
lleva a producir excedentes para proveerse de ellos. Esta
especialización desarrolló la
estratificación socio-administrativa
En cambio para la
versión intraregional de este modelo, la
especialización en subregiones para producir excedentes,
se da a través de variaciones demográficas y
ambientales en diferentes parte de la misma
región.

Relación nómades-sedentarios (Oppenheimer,
Flannery, Service, Cohen).
Según Oppenheimer grupos
nómades poderosos, atacaban regiones fértiles,
convirtiendo ataques en conquistas, y su líder
se convertía en señor de las tierras
agrícolas.
Este jefe actuaba como mediador entre nómades y
sedentarios. Los nómades era utilizados para suprimir los
levantamientos sedentarios a cambios de bienes
agrícolas.
Las teorías más actualizadas contraponen al factor
movilizador inicial de Oppenheimer una causalidad
múltiple.

Aplicación de los modelos a la
monarquía israelita.
Diversas teorías actuales han cambiado los postulados
anteriores, jugando con los factores externos e internos y las
innovaciones tecnológicas.
Pero es la teoría de Firck (1985) la que ha presentado la
más completa reconstrucción del surgimiento de la
monarquía.
Los filisteos eran un estimulador necesario, pero no suficiente,
en el pasaje de jefatura a estado.
La creación de la jefatura por intensificación de
la producción agrícola fue necesario para resolver
los temas de integración y cooperación, problemas
causados por la presión del aumento de la población
sobre los limitados recursos de
tierras.
Se plantearon soluciones
técnicas para evitar los riesgos
agrícolas (sequías): terrazas, para las cuales se
necesitó dirección y control, para
llegar al excedente.
El líder concede ventajas económicas a su
círculo cercano lo que provoca: uso desigual de recursos y
estratificación social.
A este sistema se le ha
llamado: Sistema
económico redistributivo.

Los datos
arqueológicos.
Es importante el estudio de los patronos de asentamiento,
fundamentales para el desarrollo político,
económico y social.
Para el estudio del surgimiento de la monarquía, los
estudios se han apoyado en asentamientos del Hierro I y II,
en el territorio de Efraín.
El territorio de Efraín de tres subregiones
geográfica-ambientales:
1. Franja de cultivos de secano y ganadería:
borde desértico, secciones orientales de la cordillera
central y pestes occidentales de las colinas.
2. Áreas de cultivos de secanos y horticultura: cordillera
norteña, cordillera central sureña.
3. Región hortícola: laderas
sureñas.

Hay que señalar, por otra parte, la importancia
de la vegetación natural.
En la época del Hierro I la mayor parte de la
población vivía en las unidades orientales de la
región. Con el crecimiento de la población hubo una
expansión hacia el oeste: laderas y colinas.
A partir del siglo VIII a.C. la balanza demográfica se
inclina hacia unidades occidentales. El incremento del uso del
hierro facilitó la penetración en áreas de
maleza densa.
¿Cuál es la significación de este proceso
demográfico para el surgimiento de la
monarquía?.
La expansión hacia el oeste significó una lucha con
una topografía hostil, formaciones rocosas y
una densa cubierta de vegetación.
Algunas zonas estaban desprovistas de aguas permanentes. La
expansión hacia el oeste requirió del desmonte del
terreno rocoso y de la foresta, cavar cisternas de agua y la
formación de terrazas en las laderas.
Esto también necesitó el contacto con áreas
vecinas —el excedente de productos hortícolas era
intercambiado por grano y productos de animales no
fácilmente encontrados en la zona occidental—.
El proceso de asentamiento inicialmente tuvo lugar mayormente en
los bordes desérticos y en la cordillera central entre
Jerusalén y el valle de Jezreel.
En las últimas etapas del siglo XI, se encuentran mejores
tierras densamente pobladas, asentamiento en la región
montañosa occidental y extensión a las zonas de
Judea y Galilea.
Según los últimos estudios se dio durante el Hierro
I un incremento de la población asentada; crecimiento
emanado del crecimiento natural y del incremento derivado por el
proceso de sedentarización entre grupos pastoriles:
Hierro I temprano 20.000 habitantes
No se incluyen a los nómades.
Finales del siglo XI 55.000 habitantes
Siglo VIII a.C. 135.000 habitantes

La expansión de los asentamientos israelitas en
el siglo XI empujó a un número relativamente grande
de personas a las áreas ecológicamente fronterizas
de Palestina: zona montañosa y cuenca de Beersheba.
Las necesidades de asentamiento rompió con las estructuras en
las que estaban formados los pequeños grupos familiares,
desembocando en una economía
especializada con importantes implicaciones sociales
(búsqueda de mayores excedentes).
La situación, que se desarrolló principalmente en
el siglo XI, ayudó a la población a superar las
barreras geográficas entre las diferentes subregiones de
la zona montañosa y a establecer un fuerte flujo
interregional de bienes.
Cierto nivel de organización administrativa,
estratificación de la sociedad:

  • Campesinos.
  • Administradores.
  • Villas prósperas y pobres.
  • Sitios centralizados con mercados y
    mercaderes.

El factor externo contribuyó. Fricciones entre la
región montañosa y la llanura costera.
La actividad en los márgenes occidentales de las colinas,
sobre el borde de la llanura costera aceleró el conflicto.
El asentamiento en esta última área se
debió, presumiblemente, no solamente al crecimiento de la
población en el área montañosa, sino
también, a la demanda de
grano y productos animales, lo que
a su vez había sido puesto en movimiento por
el incremento de producción de las áreas
hortícolas en la zona montañosa occidental.
La expansión israelita amenazaba a los señores de
las planicies, y el desarrollo de la economía
hortícola en la zona montañosa creó un
incentivo para los filisteos; estos dos eventos
condujeron al enfrentamiento entre hebreos y filisteos.
Éstos últimos estaban mejor preparados, luego de la
derrota y destrucción de Siloh (mediados del siglo XI), el
centro político-económico de la región
montañosa, los filisteos buscaron disminuir el poder
israelita y controlar la región. El paso siguiente era
crear una guarnición de tropas en el centro del territorio
de Benjamín, centro de la actividad israelita
después de la destrucción de Siloh.
Por otra parte, la expansión de la actividad
agrícola en la llanura sureña, llevó a los
habitantes de la región montañosa a confrontarse
con los habitantes del Neguev (Amalecitas y otros grupos).
La zona montañosa del Neguev y el valle del Beersheba
fueron escenario de importantes cambios sociales;
sedentarización, surgimiento de un centro urbano,
estratificación social.
A finales del siglo XI se da una estructuración
política: jefatura local, desarrollándose en
dirección a un estado pleno. Es el choque
entre israelitas y poblaciones del Beersheba como dos entidades
emergentes que estaban creando un sistema
económico-político desarrollado.
La penetración israelita amenazó el monopolio
comercial de los habitantes. La victoria de Saúl sobre
Amalec:"…yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel…";
"…ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que
tiene…."; "…y Saúl derrotó a los amalecitas
desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de
Egipto", y la política sureña de David: "…puso
luego David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios
fueron hechos siervos de David, sujetos a tributo…";
determinó el resultado de esta lucha. Subsecuentemente,
tuvo lugar un cambio
económico y social adverso —la declinación
del rol de los pueblos sureños en el comercio—; un
abandono gradual de Tel Masos (centro comercial del valle del
Beersheba); un retorno a las formas nómades pastoriles en
las montañas del Neguev y el abandono de los sitios
sedentarios. Por el siglo X, ya encontramos a la joven
monarquía norteña profundamente enraizada en el
valle del Beersheba.
Las luchas y tensiones con los filisteos en el oeste, con Amalec
en el sur y con Amón en el este requerían de un
liderazgo centralizados (especialmente en lo militar).
No fue un cambio drástico, como fue demostrado más
arriba, ya que en la segunda mitad del siglo XI los tempranos
sistemas de
administración estaban ya operando en la zona
montañosa israelita. Los eventos que
condujeron a la monarquía están centrados en
Benjamín porque, a causa de la destrucción de
Siloh, los sitios israelitas más importantes se
trasladaron a esta región, y porque la población de
esta parte de la región sufrió en mayor medida la
ocupación hostil filistea.
El liderazgo militar de Saúl rescató a Israel de
los peligros del sur y el este, y expulsó a los filisteos
del corazón de
las montañas. Pero fue solamente en el reinado de David
que la amenaza filistea fue completamente eliminada. En sus
días, la jefatura o estado nacional de Saúl se
convirtió en un estado poderoso y territorialmente amplio.
La expansión de la monarquía a la planicie costera,
los valles fértiles norteños y Galilea
unificó a la mayoría de la región por
primera vez bajo un gobierno local.
La posibilidad del cultivo de grano en las tierras bajas
llevó a su pico la especialización agrícola,
ya que bajo un estado era ahora posible exportar
óptimamente los varios nichos ecológicos —las
tierras bajas para cultivos de secano y la zona montañosa
para horticultura.
Para la reconstrucción del surgimiento de la
monarquía, se incluyeron elementos característicos
del surgimiento del estado:

  • Incremento de la población presionando a la
    expansión de las fronteras para cultivos.
  • Intensificación de la actividad
    agrícola que produce excedente y la creación de
    una estratificación social.
  • Comercio intra e inter regional entre grupos
    especializados en diferentes nichos ecológicos que
    contribuyen a la aparición de una administración
    avanzada.
  • Conflictos externos que unen a la población
    bajo un liderazgo militar.

7. La toma de
Jerusalén. Legitimación de la monarquía de
David. Permanencia de aculturación cananea en la cultura
hebrea.

La conquista de Jerusalén, antigua ciudad
jebusea, situada en territorio neutral, ajena al conflicto
filisteo, fue interpretada como un acto de inteligencia
política de David. Por un lado, hacerse de una ciudad de
antigua civilización, es un hecho importante para la
política interna del reino, implica una
legitimación de su figura real; por otro lado, la
elección de Jerusalén como capital, es un hecho
estratégico para la lucha contra los filisteos:
Jerusalén representa una ciudad de antiguo prestigio,
lejana al área de conflicto —lugar seguro como
asiento de la capital del reino— y al mismo tiempo, es un
sitio prácticamente inexpugnable, altamente fortificado,
por murallas y con una ciudadela en un territorio elevado. La
justificación de la legitimidad de David se ve reforzada
por el traslado del Arca de la Alianza a Sión, con la
implícita consecuencia de que Yahvé pasase a ser de
dios de las tribus a dios de la nueva monarquía, de la
Casa de David, esto lo observamos en Deuteronomio XXXIII, 2; y
también en el Salmo CXXXII, 13-14.
El culto jebuseo convivió con el culto yahvista, las
formas culturales de Jerusalén no desaparecen, los lugares
de culto jebuseo pasan a ser israelitas y las tradiciones de
dichos santuarios se incorporan a la religión de
Israel.
La monarquía en Israel comporta caracteres distintos de
las variantes conocidos en el Próximo Oriente Antiguo, el
rey no es un dios encarnado como en Egipto, ni un siervo elegido
de los dioses como lo era en Mesopotamia. Su
autoridad
deriva de atributos personales, del carisma y valor militar
y es una característica transmitida
consanguíneamente, entroncándose con una
tradición propia de los pueblos nómades, de
compartir una historia común y
avatares propios de esa historia en un período de
errancia, lo que le da a la estirpe real un carácter
de pertenencia con un fuerte anclaje en la tradición,
acercándola al período tribal.
El rey no es sino el mismo líder carismático
encarnado antes en el patriarca de la tribu o el juez de las
tribus unificadas que suma ahora, otro rasgo más de poder,
el carácter
militar. Esto es evidente en la monarquía hebrea, por lo
menos hasta Salomón, momento en el cual debido al fin de
la guerra de conquista, la institución de la
monarquía cambia radicalmente acercándose a la
figura típica de la monarquía oriental: un rey
fuerte, opulento y autocrático, rodeado de una corte, de
un nutrido grupo de
nobles y un cuerpo administrativo acorde al manejo de cuantiosos
recursos económicos, al tiempo que, las formas sociales de
la corte toman características de refinamiento,
acompañadas de un desarrollo artístico sin
precedentes en la austera historia de Israel y de una literatura floreciente
evidenciada en los testimonios bíblicos, particularmente
en el Libro de los Salmos y en el Cantar de los Cantares.
El rey hebreo es un hombre, en
ningún momento es deificado, ni en vida ni muerto, a
diferencia de Egipto y como así tampoco cumple función
sacerdotal alguna, como lo hace de rigor el rey
mesopotámico.

8.
Conclusión.

Quizás Jerusalén no fuera la más
venerable ni la más poderosa ciudad-estado de
Canaán, pero en comparación con el reinado
advenedizo de David contaba con una antigüedad considerable
y con una ubicación fortificada sólida y
estratégica que con el correr del tiempo se había
ganado la reputación de ser inexpugnable. Los jebuseos
estaban convencidos de que David nunca podría conquistar
su ciudad "…no entrarás aquí; porque hasta los
ciegos y los cojos bastan para rechazarte". No se puede saber
exactamente como se produjo la conquista de Jerusalén, la
Biblia nos atestigua la promesa de David de nombrar comandante de
su ejército al primer hombre que
matase a un jebuseo. Destino deparado a Joab, hijo de Seruya,
quien presumiblemente subió por el "túnel de
Warren", conducto de agua que
llevaba al manantial de Gijón, situado dentro de la
ciudad. Esto nos ilustra la típica estructura de
las ciudades-estado cananeas, sitios fortificados que se
aprovisionaban de agua a través de un pozo cisterna con
conductos de irrigación que la atravesaban.
Hasta ese entonces Jerusalén había tenido una
importancia más que secundaria en el contexto de las
ciudades-estado cananeas. La conquista de David se produce en el
1000 a.C. Jerusalén no había pertenecido hasta
entonces ni a Judá ni a Israel, lo que la convertía
en un punto neutral estratégico. David la conquista a
título personal,
rebautizandola "Ir David" (ciudad de David). La ciudad
pasaría a ser por su fortaleza un enclave importante
contra los filisteos, las tribus nómades del Sinaí
y el
Neguev y los nuevos reinos de Amón y Moab.
David no conquista toda la ciudad, sino que se hace de la
ciudadela o "fortaleza de Sión". La incursión de
David se puede equiparar a un golpe militar, ya que se hace del
poder, dejando la estructura administrativa y religiosa jebusea,
y en ningún momento condena al exterminio a los habitantes
de la ciudad. No hay exilio ni deportación, los jebuseos y
los israelitas interactuaron creativamente en la ciudad, y hasta
es posible que la toma del poder por parte de David se haya
producido con la anuencia de grupos jebuseos contrarios al poder
imperante. La primera vez que se menciona a Jerusalén en
la Biblia, el autor dice que jebuseos y judaítas
vivían todavía juntos en la ciudad.
El establecimiento de los hebreos en Palestina, la
instauración del reino hebreo, la entronización de
Jerusalén bajo el reinado de David, inauguran una etapa
nueva en la historia del Próximo Oriente Asiático
durante el Primer Milenio a.C. Allí se da un estado
territorial fuerte que interactúa con las potencias
vecinas del Medio Oriente, una religión original,
única en toda la historia del Próximo Oriente
Medio, basada en un fuerte monoteísmo ético, que no
descarta la influencia sincrética de otras religiones semíticas
cuyos vestigios se pueden rastrear a través de la
exégesis bíblica. El ejemplo de Jerusalén,
la cultura
jebusea conviviendo con la hebrea y los puntos de alza y baja de
la baalización en la religión de Israel son un
claro exponente de lo hasta aquí citado, y el objetivo de
nuestra investigación.

Mapas e Ilustraciones

9. Bibliografia.

  • ALBRIGHT, W. F.: Arqueología de Palestina.
    Eds. Garriga S.A. Barcelona.
  • CASSIN, E./BOTTÉRO, J./VERCOUTER, J.: Los
    Imperios del Antiguo Oriente. II. El fin del Segundo Milenio.
    Tomo III. Historia
    Universal Siglo XXI. Siglo XXI Eds. 18º edic. en
    español. México, 1988.
  • CASSIN, E./BOTTÉRO, J./VERCOUTER, J.: Los
    Imperios del Antiguo Oriente. III. La primera mitad del Primer
    Milenio. Tomo IV. Historia
    Universal Siglo XXI. Siglo XXI Eds. 18º edic. en
    español. México, 1988.
  • FINKELSTEIN, Israel: En busca de Israel. Universidad
    Bar Ilan. Publicación Nº 43, septiembre/octubre,
    1988, pp. 34-45
  • FINKELSTEIN, Israel: El surgimiento de la
    monarquía en Israel, aspectos socioeconómicos y
    ambientales. Universidad
    Bar Ilan. Israel, 1989.
  • FRANKFORT, Henri: Dioses y reyes. Alianza
    Universidad. 1º edic. en "Revista de
    Occidente, S.A.", 1976; 2º reimpresión en "Alianza
    Universidad". Madrid, 1983.
  • GARELLI, Paul: El Próximo Oriente
    asiático. Desde los orígenes hasta las invasiones
    de los pueblos del mar. Ed. Labor, S.A. Barcelona,
    1980.
  • GARELLI, P./NIKIPROWETZKY, V.: El Próximo
    Oriente asiático. Los imperios mesopotámicos.
    Israel. Ed. Labor. Barcelona, 1985.
  • LODS, Adolphe: Israel desde los orígenes hasta
    mediados del siglo VIII a.C. Unión Tipográfica
    Hispano Americana. México, s/fecha.
  • MOSCATI, Sabatino: Las antiguas civilizaciones
    semíticas. Ed. Garriga. Barcelona, 1960.
  • ROSENVASSER, Abraham: Egipto y Palestina en la
    antigüedad. Universidad de Buenos Aires.
    Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Historia
    Antigua Oriental – 1964.
  • ROSENVASSER, Abraham: Yahve en Jerusalem. (2º
    edic., revisada y ampliada). Universidad de Buenos Aires.
    Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Historia
    Antigua Oriental – 1978.
  • ROSENVASSER, Abraham: Egipto e Israel y el
    monoteísmo hebreo. A propósito del libro
    "Moisés y la religión monoteísta" de
    Sigmund
    Freud (2º edic., revisada y ampliada). Universidad de
    Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto
    de Historia Antigua Oriental – 1982.
  • ROSENVASSER, Abraham: Jeremías y el
    Deuteronomio. Universidad de Buenos Aires. Facultad de
    Filosofía y Letras. Instituto de Historia Antigua
    Oriental – 1982.

Fuentes.

  • FUENTE EGIPCIA Nº 39/1983: Estela de
    Sehetep-ib-ra (Estela de Israel). Universidad de Buenos Aires.
    Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Historia
    Antigua Oriental – 1983.
  • LA SANTA BIBLIA. Antiguo y Nuevo Testamento. Antigua
    versión de Casiodoro de Reina. Revisión de 1960.
    Escocia, 1960.

 

 

 

 

Autor:

Sergio Pablo Güenaga (37)

Categoría: Historia

Partes: 1, 2
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